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Casa eres tú

  • Meritxell Oliva
  • 20 feb 2018
  • 1 Min. de lectura

Yo te elegí a ti, porque al ver tus ojos sabía que ibas a salvarme. Tienes el don de alegrar la existencia a todo tu alrededor, desinteresadamente, nunca esperas nada. Disfruto porque eres impredecible a cada segundo, sin darte cuenta, siempre sorprendes, y eso precisamente me da vida. Es increíble como sin palabras sé que nadie es más feliz que tú cuando me ves despertar, ¡y mira que soy insoportable por las mañanas!, pero es que sabes demostrar todo sólo con actos. Ojalá pudiera abrazarte tan fuerte que se te quebraran esas horribles pesadillas que sé que te inquietan, pero no temas, no me cansaré de susurrarte al oído, que incluso con los ojos cerrados y en el sitio más aterrador del mundo, siempre estaré para salvarte. Odio saber que creces, aunque sea ''a mi lado'', y que me falta tiempo para dedicarte. Me das cariño incondicional, y aunque te hago rabiar y enfadar como a nadie, cada día te quiero más, aunque parezca imposible. Me encanta dormir contigo porque sabes concederme la calma que me falta y de día me recargas la energía. Creo que no hace falta que te diga más nada, pues sólo con mirarte, entendí que tu habías venido a cambiar mi vida.



 
 
 

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