600 km
- Meritxell OA
- 3 jun 2018
- 2 Min. de lectura
Si contáramos algún día como empezó todo, podrían grabar una película de ficción, como mínimo. Apareciste una noche en un pueblo perdido a 600km de tu casa, en unas barrakas, con una música de mierda y alguna que otra copa. Detrás, justo detrás mío. Créeme que esa noche pintaba de a la 1 en casa. Y de repente nos hablaste. A lo que me giré con la mejor cara de asco que tenía, se me suele dar bien. Pero lejos de alejarte parecías divertido. Te acercaste, sabía que lo harías y te presentaste. Menudo idiota pensaba, y entonces, empezaste a chapurrear catalán, a bailar y mi noche se animaba. Vaciladas, muchas, risas, demasiadas, miradas, pura complicidad. La fiesta se acababa, pero tú querías más. Y yo, aún seguían en shock por tu aparición. Nos acompañasteis a casa e intercambiamos Instagram, lo cual se convirtió en mensajes hasta las tantas, y sonrisas a una pantalla. Sabía que eras diferente, lo vi en tu manera de mirarme. Y quedamos para vernos al día siguiente. Barrakas parte 2. Arreglarse media hora más de lo habitual, espejo por aquí, rimmel por allá. Qué top me queda mejor? Uf, mejor body. Playa, botellas, estrellas, música horrible otra vez, tú. Dudas, curiosidad y ganas de más. Baile, risas, vaciladas otra vez, casi al agua, pero no, sabía que no me ibas a tirar, aunque hubiera sido divertido. Pero todo se acaba. Me acompañaste a casa sabiendo que al día siguiente tu vuelo partía, y volverías a tu bonita gran ciudad así como yo a la mía. Empezamos a sincerarnos, total, no tenías nada que perder ni sabíamos si volveríamos a vernos. Se iría o no se iría? Y cual ingenua creí que seguías aquí, o a eso jugabas. Juego que no entendí cuando por videollamada me dijiste que estabas en Madrid. No sé, quizá sería "mazo" graciosa mi cara al enterarme, o quizá lo fue más mi mala hostia y días sin hablarte. Pero te desbloqueé, algo me decía que no tenías maldad. Y tal como dijiste, tal y como me demostraste. No obstante, mi vida seguía al lado de alguien. Y como bien sabemos, Madrid es Madrid y Barcelona es Barcelona, aunque en Pineda te espere. Gracias por aparecer, por llenar de magia más aún esa bonita ciudad, por tu amistad, por los planazos cada vez que voy, por pensar tanto en mi y en hacerme sentir como en casa, siempre lo consigues. Gracias bonita casualidad, que suerte la mía encontrarte aquel día.
Comments